Actualizado 23 de octubre de 2022
Uno de los objetivos de la humanidad hoy día es conseguir parar la pérdida de biodiversidad en el planeta. Desde hace décadas la comunidad científica alerta de que nos encontramos en la denominada sexta extinción; las cinco primeras fueron de origen natural, sin embargo, esta última está muy estrechamente relacionada con la actividad del ser humano en el primer mundo y el impacto global que genera.
Los combustibles fósiles se han convertido en un enemigo a batir; las energías renovables se han eregido como una de las alternativas a este tipo de combustibles, y en esa estamos, creando y generando más y más megawatios a través de energía solar, eólica, mareomotriz o geotérmica, por citar algunas.
Sin embargo, no están exentas de producir efectos negativos en el entorno donde se ubican, es por ello, que desde las distintas administraciones y, a través de la Ley 21/2023, de 9 de diciembre, de Evaluación Ambiental, se obliga a los promotores de proyectos de energía renovable a realizar una serie de tramitaciones para poder cumplir con la citada norma, dependiendo del tipo de proyecto, superficie ocupada y potencia generada, tendrán que pasar por una serie de filtros administrativos para poder sacar su proyecto adelante.
Evaluar el efecto de la instalación de proyectos de energías renovables sobre la diversidad es vital para poder paliar los potenciales efectos negativos que pueden generar, para ello se ha de realizar un inventario ambiental profundo donde no sólo se determinen las especies de flora y fauna que se pueda ver afectada, sino también las relaciones ecológicas entre ellas y el espacio en el que cohabitarán junto al proyecto, de esta forma se tendrá una visión Hoolistica de la realidad para poder establecer una toma de decisiones adecuadas y poder tramitar correctamente el proyecto teniendo en cuenta todos los requisitos indicados por la Administración.
